miércoles, 2 de junio de 2010

Leicester retiene el título en un partido histórico



El partido lo tuvo todo: juego, intensidad, emoción, un respeto fidelísimo al espíritu gozoso del rugby (cosa rara en una final, donde ya todo el mundo juega agarrotado y temeroso), etc. Ya se ven pocos de este estilo, y mucho menos en una final, pero cuando puedes contemplarlos te queda un poso perdurable. Leicester mostró que es el mejor equipo de Inglaterra, el que tiene la mejor plantilla y dispone por tanto de más recursos. Pero Saracens pagó cara su derrota, incluso tuvo en su mano la victoria, cuando en el minuto 76 Glen Jackson (que, junto a Marshall se retiraba del mundo del rugby tras esta final) transformó una penalización (cometida estúpidamente por Louis Deacon) para poner por delante a su equipo. Pero cuando parecía que los de Watford se llevarían el torneo, un desastre defensivo los hundió ya definitivamente: primero dejando que Hamilton se haciera con el oval tras el saque de Flood, y después no parando a un voluntarioso Hipkiss cuando éste era placado por tres rivales nada menos, consiguiendo el ensayo decisivo. Aún así, todavía tuvieron una opción más con un line out a pocos metros de la línea de marca, pero Brits se precipitó en el saque, regalándolo a los Tigers para que estos lo enviaran fuera del terreno de juego.

Sobre los campeones, me gustaría reseñar el gran partido de Ben Youngs, que además consiguió un brillante ensayo en la primera parte. Demostró en todo momento, por calidad y temperamento, que es el 9 que Inglaterra necesita de cara al mundial de 2011. También destacar la labor tremenda del scrum de los Tigers, que destruyó de forma minuciosa al paquete de los Sarries. No se suele ver en el máximo nivel una superioridad tan manifiesta, pero curiosamente en dos semanas hemos podido observar dos casos de este estilo (el otro en la final de la Heineken, cuando el scrum de Toulouse barrió al de Biarritz).

En cuanto a los Saracens, demostraron que tienen un equipo interesante y, bajo el polémico Venter, un patrón de juego a explotar. Las llegadas el año próximo de gente como Wigglesworth y Strettle, entre otros, puede servirle para aumentar el nivel y aspirar a más todavía. En esta final quedó claro que la fortaleza sudafricana que caracteriza a este equipo (con unos 10 jugadores procedentes de este país) lo dota de una rocosidad y dureza importantes. La baja de Van Heerden (huido antes de tiempo a los mediocres Lions de Johannesburgo) fue bien suplida con el namibio Burger, que junto a Joubert y Saul, forman una tercera línea temible.

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