sábado, 18 de febrero de 2023

Delicias dublinesas

 
 


No, no hablaremos de Paul Verhoeven y sus turcas y muy edificantes delicias, sino obviamente de una delicatessen que disfrutamos en Dublín el pasado sábado. Ha habido partidos mejores, sin duda, pero hace un tiempo que no disfrutaba tanto de una refriega rugbística a tumba abierta, con una Irlanda creciéndose desde abajo rompiendo líneas como el séptimo de caballería (el ensayo de Keenan, que cuando hace la marca seis o siete de sus compañeros ya estaban detrás de él para secundarlo en el asalto después de triturar la línea Maginot) y siempre con ese sentido gozoso del juego que les ha inculcado su británico entrenador (entrevista a Jack Conan). Esta Irlanda la verdad es que no le teme a nada (veremos si en su prueba de fuego mundialista siguen sin temblores en las piernas) y es una alegría verles jugar. Con Gales hecha un cristo, son mis favoritos (en el sentido técnico y también en el emocional) para el título, que deberían abrochar frente a los ingleses, también en Dublín, en la última jornada, con un esperado terceto título-GrandSlam-TripleCorona. Mi única duda tiene que ver con su fondo de armario, porque no disponen de tantas opciones para cada puesto como sus principales rivales en el mundial, como Sudáfrica, Nueva Zelanda o Francia. Sobre todo los dos primeros, deben tener 50 o 60 jugadores de primer nivel de los que tirar cuando haga falta, pero en el caso de Irlanda me salen como mucho 40. Por tanto, las lesiones y cómo lleguen veteranos como Sexton y O'Mahony será decisivo. Ahora, por ejemplo, veremos cómo sobrellevan la lesión del importante Tagh Beirne (tres meses fuera), que tiene un buen sustituto en el norirlandés Iain Henderson (de hecho, con muchas más caps que el ahora titular), pero los que vienen detrás (Treadwell, McCarthy, Baird) están varios escalones por debajo.



En cuanto a Francia, es cierto que no disputaron su mejor encuentro, pero su abrumador dominio en el set piece (qué maravilla de limpiezas de ruck que hacen, poesía pura. Y unos line outs imperiales) y su solidez habitual, junto a las genialidades de Dupont o Penaud, les hacían, para mí, candidatos a la victoria hasta el minuto 70. Pero el ensayo del búfalo Ringrose acabó con esas opciones. A ver cómo se reponen, porque tendrán en París la semana que viene la decisiva prueba de los emergentes escoceses, candidatos al título por primera vez en muchos años. En caso de victoria local, seguro que aún tendrán muchas opciones de llevarse el torneo, aunque perdieran en Dublín un bonus defensivo que puede ser clave.

sábado, 11 de febrero de 2023

Irlanda, enfilada hacia la virtud

 No quisiera llegar a la segunda jornada sin antes comentar algo sobre Irlanda. Saint-André ha insistido estos días en la habitual tónica de los verdes en el mundial (falta de consistencia en el tramo final y escasez de fondo de armario), pero intuyo que este año puede ser diferente. Tienen más efectivos fiables (3 por puesto en casi todas las posiciones), y psicológicamente se les nota más valientes que nunca. No es para menos tras ganar 3 de los últimos 4 enfrentamientos con los Allblacks (serie incluida en las Antípodas). Ante Gales, de hecho, creo que vencieron muy al estilo neozelandés: minutos de dominio aplastante, con sincronía eléctrica en todas las líneas, luego dormir la mona un buen rato y dejar la iniciativa estéril al rival, con arreón final despiadado. Victoria fácil y a medio gas (casi mejor, podría haber sido una humillación para Gales). Fabulosos Keenan, van der Flier, Doris y Sheehan, con los alas del sur destacando cada uno en una parte (Lowe, la primera; Hansen y sus offloads en la segunda). No sé cómo llegarán al mundial los Sexton, Murray y O'Mahony, pero tal vez aguanten lo necesario. 

Para hoy creo que son favoritos, a pesar de la fiabilidad granítica de los franceses y su larga racha de victorias encadenadas (en general y frente a los irlandeses en particular). Pero juegan en casa, con público (no fue así hace dos años, qué horrible VI Naciones fue ese...) y encadenan una línea virtuosa, a la par hermosa y destructiva.



miércoles, 8 de febrero de 2023

El oval tras el Brexit



Han sido años de rugby en silencio, mascando cambios que alteraron los afectos. En pocos casos me sucede con tanta intensidad como co
n la Calcutta Cup, en la que curiosamente siempre salgo ganando, porque si antes del Brexit mi anglofilia prefería las victorias inglesas, tras el golpe de mano de las élites albionas (referendum sólo consultivo que se aplica como vinculante, y segunda votación que se certifica en unas generales en el sistema menos representativo de Europa) mi cariño ha quedado amarrado al bando caledonio, que ahora no para de ganar a su old enemy, y lo hace con valentía y determinación. De hecho, creo que sólo ha perdido una edición de las últimas cinco, algo imposible de ver en mi experiencia rugbística previa (iniciada a principios de los 90 con el V Naciones de TVE narrados por Ramón Trecet).

Es verdad que los de Townsend no disputaron un gran partido, jugando más bien a ráfagas, y con una Inglaterra mermada por las bajas (Underhill, Lawes, Daly, Billy Vunipola, Simmonds), pero no fallaron en los momentos clave como tantas veces sucedía en el pasado. Desde luego, no son la selección plana y especulativa que tanto me irritaba entre 2007 y 2014. El pack sigue siendo poderoso, aunque se añore a Hamilton, McInally o Watson, y su línea de tres cuartos mucho más dinámica, pero la guinda del pastel es el postafrikaner Van der Merwe, ya insigne miembro de los Lions, que el sábado arrasó las defensas locales, especialmente en su primer try, un recital de potencia, velocidad, habilidad (ese cambio de mano ya asaltado por Dombrandt en la línea de marca) y juego de cadera. Una obra de arte.

sábado, 4 de febrero de 2023

VI Naciones sin la voz de Butler



Y llega el día, melancólico primer VI Naciones sin la poderosa narración de Eddie Butler, y con una Irlanda favorita que lleva una década sin poner una pica en el Millenium de Cardiff. Mi partido favorito, desde que, merced al Brexit, se reajustaran algunos afectos ovalados. Que gane el mejor.

Ya ha llovido, pero me encantaba esta promo de la BBC, en la que todos parecían colosos olímpicos.

lunes, 30 de enero de 2023

Como decíamos ayer...


La picadura ovalada ha vuelto a encontrar un hueco en la coraza, tras años de vicio criquetero (que seguirán multiplicándose). Nunca se dejó de ver rugby de selecciones (bastante menos de ligas o la Heineken), pero coger la pluma parecía innecesario y baldío... y lo sigue siendo, pero la pluma ya está en la mano. Año de mundial y VI Naciones en ciernes, albricias!

lunes, 19 de octubre de 2015

Los últimos serán los primeros... o casi




        Permítanme echarle una mano a los Evangelios para ilustrar lo acaecido ayer en Twickenham. Un servidor se quedó estupefacto, pero imagino que la sensación fue bastante generalizada, sobre todo en los propios escoceses. Porque es muy difícil de entender que un equipo que no mereció pasar a cuartos, esta vez sí tendría que haber alcanzado las semifinales. Pero es el delirio absoluto, el derrumbe de toda lógica, ¡que el Cuchara de Madera del VI Naciones haya estado a un pelo de salvar el honor del Norte frente al ganador del antiguo Tri Nations este 2015! Pero al final, como sucede a veces, Escocia pagó en su mejor partido los pecados cometidos anteriormente, pues fue mucho más digno ayer en la derrota que en sus victorias ante Japón o Samoa. Ganar habría sido más importante históricamente que la gesta de los nipones frente a Sudáfrica.
        El caso es que rugbísticamente la Escocia de Vern Cotter no parece haberse movido demasiado. Siguen sin saber lo que es jugar a la mano con cierta soltura. Las pocas veces que consiguen alcanzar la línea de 22 rival, les entra un sofoco y pasan fatal o se les cae el oval. Por eso pocos recordaremos un ensayo bonito y gestionado por ellos mismos en ágil jugada. Sus tries siempre son como los de ayer: al contraataque y aprovechando errores del rival. Pero en este caso hay que reconocerle a los más norteños del norte rugbístico que pusieron cojones en el campo, dieron el callo porque, no teniendo nada que perder, fueron a por todas con un gran nivel de intensidad. De hecho, podemos decir que si no fuera por el nefasto Joubert (es rarísimo que no quisiera salir de dudas con el TMO, con lo presente que ha estado este artilugio en el Mundial), hoy dormirían en semifinales. ¡Si hasta parecían tener a favor a los elementos!, con esa lluvia que apareció en los últimos 10 minutos para teñir el escenario de bruma de las Highlands. No quiero olvidarme, eso sí, del detalle antideportivo de silbar el tiro in extremis de Foley (a Giteau le hicieron lo mismo en 2009).
        También hay que reconocer que el susto tremendo de los Wallabies ha sido demérito de los de Cheika. Porque, ¿de verdad la defensa del Wallaby Wall (sin Pocock esta vez) es la que se ha dejado levantar el primer try escocés por un ruck tan mal defendido que parecían el sub20 de Uruguay? ¿De verdad el Foley que hizo el partido perfecto ante Inglaterra (al final habrá que reconocer que ante la Inglaterra de Lancaster todos los rivales parecen Lomu o Gareth Edwards!) es el mismo que ha perpetrado uno de los más espantosos encuentros que le he visto a un apertura? ¿Y qué pasa con el super scrum que había diseñado Mario Ledesma, hecho ayer unos zorros por el paquete caledonio? Yo creo que los australianos le han faltado, y mucho, al respeto a los caledonios. A lo mejor me leen el blog y han pensado de verdad que ganaban antes de jugar (es broma). Tras su primer arreón, con un try fallado (cómo no, por Foley) y otro conseguido por Ashley Cooper, todo parecía facilísimo y enconces decidieron echarse la siesta. Cuando despertaron, los escoceses ya estaban por delante. Al final, ni Australia era tan buena cuando derrotó a Inglaterra, ni tan mala ayer. La clave siempre es salir motivados, aunque juegues frente a Namibia o el XV del Kalahari. Si no, suceden estos sofocos. Nueva Zelanda el sábado barrió a Francia en un partido que tenía a priori claramente a favor, pero la motivación fue un elemento para estar al 100 % en el partido: había cuentas pendientes, vengarse de las derrotas de 1999 y 2007, y del casi Maracanazo de 2011. Australia en cambio no tenía motivación en el cruce de cuartos que se antojaba más asequible. O que Pocock es más necesario que McCaw en los de negro, quién sabe. Sospecho que tras lo de Twickenham, todo volverá a su estado natural: Escocia renovando su Cuchara de Madera (este año toca jugar en Roma) y Australia luchándole el campeonato a los todopoderosos All Blacks (por algo son los únicos que le han derrotado este 2015). Pero tampoco descartaría una machada de los Pumas en semifinales.

        Luego está el Irlanda-Argentina, cuyo resultado no fue en absoluto justo, porque Irlanda dominó la mayor parte del encuentro. El problema fue la pájara inicial (3-20) de la que no supo ya sobreponerse, y del rush final (0-17). Los argentinos aprovecharon sus dos momentos de intensidad, pero estuvieron muy erráticos en la creación, parecían no saber jugar más que en terreno abierto, con las líneas rivales separadas. Salir perdiendo tan pronto, obligó a los irlandeses a intensificar su defensa, de ahí las penalizaciones que se fue cobrando Sánchez, Man of the match. Por supuesto, voy a dormir perfectamente tras la eliminación irlandesa (me sabe mal por Best, Henry y Bowe, pero ya saben que preferiría que jugaran bajo la bandera de Irlanda del Norte, o de Inglaterra mismo), pero creo que ha sido injusta. Siguen sin pisar semifinales de un Mundial, pero el enorme trabajo de mi admirado Joe Schmidt se ha seguido notando durante gran parte del encuentro. Sin embargo, toca resignarse: Irlanda tiene la plantilla que tiene, sin O'Driscoll, O'Gara y compañía, y encima sus bajas han sido decisivas. Se ha hablado mucho de las bajas galesas, pero aunque han sido más numerosas que las irlandesas, éstas se han cebado todas ellas en jugadores decisivos. Es como si Gales, junto a Halfpenny y Jonathan Davies, tampoco hubiera podido contar con Biggar (!) y Alun Wynn Jones, casi nada. Schmidt ha hecho lo que ha podido, y además de grandísimo entrenador es un señor cabal y sosegado. Comparado con el frenesí locoide de Meyer, Schmidt parece un monje benedictino.

domingo, 18 de octubre de 2015

El fin del Norte

     


        Siempre lo han tenido más complicado, por mil motivos, pero este Mundial se antoja como la confirmación devastadora de que el Norte rugbístico ha sido devorado por el insaciable hemisferio Sur. Si los Pumas vencen a los irlandeses, cosa que veo muy posible, se habrá consumado el dominio total (el otro partido tendrá tanta historia como el del Nueva Zelanda-Francia, o sea, ninguno, cero, nein). Todavía no he visto la hecatómbica humillación del antiguo rugby champagne, pero duele solo ver el resultado. Aunque duele menos cuando recuerdas que le han dado su merecido, como desde Filorugby se vaticinó (más infalible que Bergoglio, no lo olviden), al espantoso equipo de Saint André, que sobreactuó a propósito de la agresión de O'Brien lo que no mostraron en el campo. No hay más excusas: el rugby francés está en la UVI. Y su responsable se llama Top14. O, si vamos a los apellidos, Monsieur Boudjellal y sus Toulon Globetrotters.

        Sí pude ver el partidazo, más en intensidad que en juego, entre Gales y Sudáfrica, mis dos queridos equipos, aunque en aprecio siempre un paso por detrás de la (im)Perfecta Albión. Grandioso Dan Biggar, la coronación de este hombre en el Mundial está siendo indiscutible. Y es hora de responsabilizar a Gatland, que siempre ha sido muy especialito, de no haberle dado la batuta antes, porque Biggar ya no es un chaval (26 tacos) y desde hace años que destaca en los Ospreys. Ayer lo hacía todo: placaba, pateaba, corría, saltaba como un bailarín por encima de los rucks, etc. Sólo falló un tiro a palos, que corrigió inmediatamente con un precioso drop. Fue un síntoma sombrío verle abandonar el campo a disgusto, a 5 minutos del final, parece ser que por un golpe. Estaba siendo el talismán y catalizador de los suyos. Los malos augurios se confirmaron enseguida: sin Biggar, Gales ya no defendió igual, es como si hubieran perdido el alma, y entonces llegó el brillante ensayo del gran Du Preez (chicos de Canal +, se pronuncia Du Pría) gracias a una salida perfecta del scrum con off load a lo Magic Johnson de Vermeulen, que no acostumbra a ser un 8 muy sutil, pero que ayer lo fue en el momento preciso. Gales parecía haberse inspirado en el clinic que les dieron en defensa los Wallabies una semana atrás, y desplegaron ese saber sobre la hierba de Twickenham (jugaban 'en casa', sólo les faltó ir de blanco, jajajaj. En fin, mi obsesión anglogalesa*). También es cierto que los Springboks no se lo pusieron muy difícil, porque ya pueden tirar de unos recursos físicos imponentes, pero lo que es rugby tienen muy poco. Y menos desde que los dirige un Heynecke Meyer entregado a la demencia (¿le han visto cómo se vuelve loco en su pecera? Es tremendo, parece un psicokiller). Gales tocó con los dedos las semifinales, pero Sudáfrica tiene algunos jugadores con mucha calidad, como es el caso de Du Preez, sin ir más lejos, y a veces la calidad individual se sobrepone a la ramplonería del juego de equipo. Los de rojo pagaron aquí el coste de las penalizaciones que habían cometido, en un encuentro en el que no dominaron el breakdown como se esperaba (sus flankers son más dinámicos que los gorilas bokke).
        Gales abandona el torneo con la cabeza alta... pero sería un error caer en la autocomplacencia. Superado mi cabreo por su victoria ante Inglaterra, sigo pensando lo mismo: Gales tiene un problema. Y su salida de este Mundial lo ejemplifica con creces: les basta con haber ganado a Inglaterra. Cuando desaprovecharon ante Australia una oportunidad única, más de 10 minutos en superioridad, con posesión y en el umbral del try. Ganar hace siete días los ponía con un pie y medio en la final. Y ayer, por muchas bajas que tuvieran, no fueron capaces de vencer a los peores Springboks de la historia de los mundiales. Unos sudafricanos que no juegan a nada más que a sacar petróleo de sus riñones y que, por cierto, también contaban con bajas notables (De Villiers, Matfield, Frans Steyn, Brüssow, Spies). Creo que Gales ha sobredimensionado la importancia de sus lesiones (cuando de los 7 u 8 bajas sólo 2 eran claves: Halfpenny y Jonathan Davies II. Los demás o no eran claves o directamente eran suplentes), y que ese regodeo en su supuesta debilidad (los llamados para suplir las bajas eran tipos de la calidad de Anscombe, Hook o Gareth Davies) ha limitado su instinto asesino. Lo he dicho ya alguna vez y pienso repetirlo, aunque alguno se enfade: si Gales le hubiera jugado a Australia, sobre todo en esos minutos clave de la superioridad numérica, o ayer a estos lamentables Springboks, con la furia asesina con que suelen enfrentarse a Inglaterra ya habrían ganado algún Mundial. Pero, mientras sigan conformándose con haber hecho "un buen Mundial a pesar de las bajas", y les baste con ganar al viejo enemigo (la Inglaterra peor dirigida de su historia), seguirán igual. Para poder volar libre, Gales tiene que dejar de estar siempre pendiente del vecino.

        *Hace poco volví a ver El corazón del ángel (de Alan Parker). Habría que contactar con Johnny Favourite para saber el conjuro que permitiera, tras un limpio y eficiente secuestro, transformar a Biggar en otra persona, a ser posible ciudadano de Lancashire, y ponerlo a jugar en Leicester con su nueva identidad (ya de paso, habría que erradicarle esos insufribles tics que muestra cuando tira a palos). Debutaría con la zamarra de la Perfecta en el VI Naciones 2016.
       

lunes, 12 de octubre de 2015

In Schmidt they trust

   
         Si la evolución de la Irlanda rugbística (recordemos, la Irlanda unida que sólo se da en rugby y cricket... aunque luego el capitán de la Inglaterra de ODI sea un dublinés!) tiene que ver con devociones, está claro que se ésta ha ido abandonando la hierba mojada para consagrarse en el pabellón estratégico que dirige un neocelandés con un pelete muy extraño. El ojo de Leinster para fichar mariscales es asombroso: Cheika, el propio Schmidt. A ver ahora Cullen qué tal. Sin duda, uno por uno, los jugadores de la Irlanda de hoy están uno o dos pasos por detrás del Dream Team de 2003 o 2007. Pero han encontrado al Alquimista de las Antípodas que ha conseguido cohesionar un grupo granítico que funciona de una manera estructurada y dinámica. Ayer ante la ex-Grandeur (el iconoclasta Jacques Dutronc diría "La Merdeur") cuajó esta vía grupal, de manera que 3 bajas muy sensibles (Sexton, O'Connell y O'Mahony) no se notaron apenas, incluso el equipo fue a más! Ante Argentina en cuartos seguramente tampoco podrán contar con O'Brien, un flanker impresionante, que le asestó un machetazo a Pape en las costillas), pero no me extrañaría nada que eso no generara un descenso del rendimiento colectivo, aunque los Pumas son a día de hoy un rival mucho más complicado que los del gallo. Lo de Schmidt es olímpico. Con decir que ha convertido a un paquete como Madigan en un apertura consistente... Espero que la Perfecta tome nota y pida un crédito al FMI, o solicite la ayuda monetaria de la Corona si hace falta (si Liz the Queen no está por la labor, para algo tenemos a Harry...), para fichar a este genio (aunque con Jake White me conformo).
     
        Lo de Francia es todo lo contrario: ni mariscal ni jugadores. Confianza cero. Bastareaud ejemplifica la imparable evolución a peor (más kilos, menos talento) de este equipo que ya ha olvidado definitivamente el champagne. Cada día tengo más claro que a nivel de Les Bleus les está saliendo muy mal la jugada de los Boudjellal & co.: fichar a todo bicho viviente y potenciar el Top14. Porque la calidad de sus jugadores autóctonos cada día es peor. En momentos como el de ayer es cuando hay que exigirle a Saint André por qué no se llevó a Trinh-Duc. Sin duda, los All Blacks ya están en semis, aunque como todavía tenemos reciente en la retina la bipolaridad absoluta de la Francia de Lievrèmont, quién sabe si se activan en cuartos y dan un poco de guerra. Pero sólo dos cruces de cuartos tendrán verdadera intriga.

domingo, 11 de octubre de 2015

The Wallaby Wall



        Pasarán años y seguramente no volveremos a ver una machada defensiva como la de los Wallabies ayer en Twickenham. Si hace 2.000 años por esos lares se construía el Muro de Adriano, anoche se edificó en la vieja Londinium el Wallaby Wall, que no necesitó abarcar 117 km para contener a los celtas. Ya lo ha contado el maestro Old Phil con su habitual talento. El espectáculo fue asombroso, una emulación en clave oval de la refriega en las Termópilas. Parecían defender a sus mujeres e hijos de la torrencial invasión de los hunos. Les iba la vida. En este caso la épica no finalizó con una inmolación masadiana sino con un éxito que eleva a los australianos como favoritos al torneo. Con 13 aguantaron el chaparrón, y después con 14 atacaron con precisión hasta el punto de quedarse a muy poco del try. Siete minutos estuvieron con doble inferioridad, pero desplegaron un escudo defensivo de consistencia granítica, con Moore a la cabeza. La afición aussie se estará preguntando por qué, tras los fallidos Deans y McKenzie, no ficharon a Cheika antes. Y luego el scrum: ojo que el trabajo de Mario Ledesma puede ser de absoluta antología. Cualquiera que recuerde cómo fue barrido el paquete australiano hace 11 meses en Twickenham, y en cambio lo ve ahora con los mismos jugadores arrollar a ingleses y galeses (incluso con sólo 7 en el scrum aguantaban el tipo!), valorará un milagro alquímico que puede ser clave en el torneo. Que aprendan otros (ya saben por dónde voy): se trata de analizar qué falla y mirar de solucionarlo, no enclaustrarse en una burbuja paranoica e infantil.
        Pero sin por un lado el mérito de anoche está claro, por el otro el demérito no puede olvidarse. Porque los galeses desaprovecharon una oportunidad única con todo a su favor, incluso los Duques de Cambridge. Por mucho que Australia desplegara un telón de hierro en el campo, una superioridad de 15 contra 13, en el momento culminante del encuentro, no podía clausurarse de manera tan estéril. Brío no les faltó (sí ese puntillo asesino que sólo despliegan ante Inglaterra, como el Atlético de Madrid ante el Realísimo), pero se careció de ideas, porque, como señala el maestro Blakeway, un tono más pausado para agrupar, atrayendo rivales al ruck, y luego abrir rápidamente a los extremos podría haber dado réditos. North fue placado dos veces a punto de ensayar (gran neutralización de McCalman en el primer caso), Liam Williams una y Faletau desperdició un try casi hecho al caérsele el oval. Al final sigue respetándose la tradición, y ya son 11 las derrotas consecutivas (en 7 años) de los galeses a manos de los australianos. Creo que la clave estuvo en no salir vestidos de blanco y entonando el God save the King Harry, pero qué le vamos a hacer, nadie es perfecto. De todas maneras, tienen opciones de repetir semifinales, porque a los sudafricanos les ganaron el pasado otoño. Por supuesto, eso tampoco es una garantía, porque Gales tiene bajas sensibles y los Springboks están en fase ascendente, entregados a su viejo estilo de rinocerontes desbocados, aunque ni mucho menos acaban de convencer. En cambio, no habrá intriga en el otro cruce, Australia ya está en semifinales.

        Después de la miel, la indigestión. O, más que después, antes, porque jugaron más pronto, en Newcastle. Seré todo lo anti-escocés que se quiera, pero no creo que nadie que ame el rugby pueda defender que sea justa la clasificación a cuartos de su selección nacional. A lo dicho por Old Phil en su blog sobre la mala estrategia samoana en la segunda parte (eso sí fue un homenaje al final de Masada), hay que sumar toneladas de suerte en el sorteo (grupo muy asequible) y en el calendario (fue clave jugar ante Japón, su auténtico rival, justo cuando estos únicamente habían contado con 3 días para recuperarse de su gesta épica ante los Springboks. Escocia, en cambio, se estrenaba fresca en el torneo), y ciertos errores arbitrales, como el primer try ante los samoanos, que era avant (la intención del palmeo de Seymour es clara, creo yo). Luego podemos hablar del estilo, porque si por una parte los nipones han desplegado un juego muy atrevido y atractivo, los caledonios siguen instalados en el modo ramplón y paquidérmico de los últimos 15 años. Y encima uno de sus pocos jugadores que ha tenido el honor de ser British Lion, como es Hogg, comete la peor (y fungolera) antideportividad del torneo. En fin, que un equipo que viene de quedarse con la Cuchara de Madera del VI Naciones por enésima vez, que perdió incluso con Italia en Murrayfield, acabe pasando a cuartos, quedándose fuera la gran Japón... El día que Escocia merezca algún laurel, seré el primero en reconocerlo y admirarlo. Pero como parece que la espera será larga, mientras tanto seguiré vaciando botellas de Macallan, Cardhu, Lagavulin o Glenfiddich.

         PD: confieso que no pude ver en directo el Partido del Siglo disputado en Manchester. Demasiada tensión, me hago mayor y el médico me ha aconsejado no exponer mi corazón a exigencias emocionales tan extremas, sobre todo cuando el resultado es tan incierto.

sábado, 10 de octubre de 2015

El gran día

       

        Al fin llegó el gran día. Ese momento tan esperado por el rugby inglés, el enfrentamiento supremo, la culminación de la magna obra de Suart 'The Great' Lancaster. ¡Al fin llegó el partido contra Uruguay! Si se vence, pero estará muy complicado, hay que reconocerlo (los dos ensayos charrúas ante Fidji obligarán a los locales a extremar las cautelas defensivas, por supuesto), nadie podrá decir que Lancaster ha fracasado. Acabar "contundentemente" este partido sin duda hará olvidar las derrotas ante Gales y Australia, claramente injustas, sobre todo la última, y dejará en la memoria de todos los rugbistas, pro y contra ingleses, la estampa sublime del gran rugby que al final ve coronadas sus trabajadas virtudes. Al fin llegó el partido de los partidos, la gran guerra. El día D, Ladies and Gentlemen!
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